See this article in English at Arkansas’ Doctor Talks Covid-19.

Casi al final del verano de 2021 Arkansas estaba en el sótano en vacunaciones. Según la página electrónica de la Clínica Mayo sólo 37.7% el de la población del estado había sido vacunada a finales de julio de 2021 y sólo cuatro estados tienen índice más bajo. A nivel nacional sólo el 26% de los hispanos se habían vacunados completamente, según Centro de Control de Enfermedades.

Un mexicano es el guardián de la salud de los arkansanos: el Dr. José R. Romero, inmigrante cuya esposa e hija son enfermeras, es abuelo de seis nietos y Secretario de Salud de Arkansas.

El camino de Romero a Arkansas comenzó en 1993 cuando la facultad de medicina de la Universidad de Nebraska en Omaha lo contrató como jefe del departamento de pediatría. En 2008 vino a trabajar como jefe de la Sección de Enfermedades Pediátricas Infecciosas en el Hospital de Niños de Arkansas. Pero quizás su historia comenzó antes, con un campesino en Michoacán (la historia está en el recuadro).

Romero dijo que la necesidad más urgente de la comunidad hispana es la misma que las de otras comunidades: el COVID 19 y el acceso a la vacuna. Este último es un problema especialmente grave en los grupos minoritarios y es importante llegar a esas comunidades y comunicarles que la vacuna está disponible y que es importante, especialmente para los adultos mayores, dijo.

Los esfuerzos por vacunar chocan con la colosal cantidad de información falsa que corre en las redes sociales y de viva voz. Para contrarrestarla Arkansas tiene extensionistas hispanohablantes colaborando con el esfuerzo. “Tratamos de combatir la información falsa en cuanto la detectamos”, dice Romero.

“Los miembros de minorías deben saber que no hay ninguna razón para no vacunarse”, dijo.

Romero recomienda a la comunidad hispana lo mismo que a los otros grupos: evitar las aglomeraciones de gentes, incluyendo quinceañeras y bodas. “A pesar de que muchos latinos trabajan en empleos donde son obreros esenciales y trabajan hombro con hombro en la industria avícola, no podemos decir que se infectaron en el trabajo sino en reuniones después de trabajar”, dijo.

Romero reitera que los adultos mayores son los más abrumadoramente afectados por la pandemia y que también los niños pueden terminar en un hospital conectados al tubo de un ventilador y hasta morir.

“El mensaje que quiero dejarles es que en esta temporada de COVID tenemos en nuestras manos la capacidad de prevenir muerte y enfermedades por este virus y es importante que nosotros tomemos la iniciativa para proteger a nuestra comunidad y nuestras familias y eso requiere que nos eduquemos sobre lo que es el COVID y tomemos estas oportunidades de vacunación y diagnóstico. Sabemos que hay disparidades en cuanto al acceso a la salud, pero esas disparidades las vamos a mejorar sobre el tiempo”, concluyó.


En Sus Propias Palabras

Yo nací en México y me radiqué en Guadalajara.

Mi padre llegó a ser ingeniero civil y llegó a tener una maestría, mi madre era secretaria ejecutiva, pero mi abuelo, Rafael Romero, fue un campesino que trabajó la tierra toda su vida en Santiago Tangamandapio, Michoacán. Mi abuelo tuvo la visión de que necesitaba una educación para salir adelante en la vida y se enseñó matemáticas a si mismo. Mi padre fue el primero en la familia en completar la preparatoria e ir a la universidad. Cuando se graduó trabajó como agrimensor y ayudó a construir ferrocarriles en México.

Desde niño supe que quería ser doctor. Sabía que quería hacer algo que tuviera que ver con la ciencia como ser oceanógrafo o astronauta y terminé interesado en la biología.

A final de los años setenta el movimiento chicano era fuerte y se sentía en México. Yo terminaba la preparatoria y mi objetivo era convertirme en médico y tener una clínica de barrio. Años después yo sería un maestro de medicina y estaría trabajando siempre con minorías.